jueves, 24 de enero de 2013

La mujer en el cine: de Pretty Woman a Kill Bill

La mujer que espera ser rescatada, la desinhibida sexualmente o la 'femme fatale' son algunos de los estereotipos femeninos heredados, sobre todo, del cine norteamericano


Bette Davis«Hollywood siempre me quiso para que fuese bella, pero yo luché por el realismo», dijo la actriz Bette Davis. Esta idea de mujer hollywoodiense es la que, por lo general, el séptimo arte ha tratado de transmitir con sus películas. Esa, y la de encontrar un hombre y amarle para el resto de sus días. Precursores de estos valores son largometrajes como el de ‘Pretty Woman’: la mujer —bella, por supuesto— aprende a comportarse de manera elegante para que el hombre —con una impresionante suma de dinero— se enamore de ella y la rescate de una vida que muchos consideran miserable. Pero no olvidemos el prototipo de 'femme fatale' que aprovecha sus ‘armas de mujer’ para ser perversa. La protagonista de ‘Instinto básico’ es la reencarnación del mal, una mantis religiosa capaz de inculpar a un inocente para escapar de la justicia. O ‘Fuego en el cuerpo’ en la que, como afirma Ángeles Cruzado en ‘La mujer como encarnación del mal y prototipos femeninos de perversidad en el cine’, el tema principal es «el miedo masculino ante la mujer liberada, desinhibida e independiente que amenaza con invertir la situación de dominación de los hombres sobre las mujeres».

 
En el estudio ‘La mujer actual: estereotipos cinematográficos’, Juana Gila y Ana Guil muestran su preocupación por la influencia del cine americano en nuestra cultura. Chico conoce chica, chica y chico se enamoran, chico mete la pata y lo arregla (o viceversa), chica y chico acaban juntos. Este es el patrón que se repite en casi todas las comedias románticas norteamericanas. Ejemplos de ello son ‘27 vestidos’, ‘Un paseo para recordar’, ‘Princesa por sorpresa’, ‘Confesiones de una compradora compulsiva’, ‘Alguien como tú’ o ‘40 días y 40 noches’, entre muchas otras.

El cineasta Eric Rohmer se aleja por completo de ese cine tan ‘teenager’. ‘Pauline en la playa’ tiene una sola constante: el amor, y cómo éste influye en las relaciones personales, los sentimientos, el deseo. Las comedias románticas hollywoodienses cuentan con ingredientes muy básicos y que se repiten constantemente (tipo hamburguesas McDonald’s), pero en este filme, por ejemplo, la complejidad del amor como enfermedad o salvación, las relaciones, los sentimientos, la convivencia y el sexo son continuos planos detalle de nuestros pensamientos.

Sumisión, estereotipo estrella

También el cine se inyecta en los ojos de los más pequeños, sirviendo en muchas ocasiones como vehículo transmisor de moralinas. La sumisión es el cliché favorito de los dibujos animados, el de mujer manejable y subyugada. En julio de 2012, el gigante Disney publicaba un estudio en el que concluía que el 90% de las niñas españolas prefieren disfrazarse de princesa antes que de médica, animal o flamenca. Lo que la factoría no destaca es que la encuesta fue realizada a tan solo 359 mujeres con hijas de entre 4 y 7 años. Según señala Jack Zipes, escritor y analista de cuentos de hadas, «estas historias reproducen roles que tienen un efecto adverso sobre los niños. Los padres creen que son inofensivas y en absoluto lo son».

En ‘Blancanieves’, por ejemplo, la malvada madrastra tienta a la tierna, delicada y virginal joven con una manzana envenenada, algo con fuertes reminiscencias a la historia de Adán y Eva, en la que, cómo no, la figura pecaminosa y corrompida es la de la mujer. El mensaje es que si no quieres ser como la reina pérfida y perversa, sólo te queda una opción: ser como Blancanieves, ingenua, con suaves modales y que espera ser rescatada por el hombre que se enamoró de ella mientras hacía tareas del hogar. Sin olvidar que tiene que limpiar y cocinar para los siete enanitos.

También en ‘La Bella y la Bestia’, a pesar de la intrahistoria sobre la belleza interior, hay frases como: «El pueblo entero lo comenta, no está bien que una mujer empiece a tener ideas y a pensar».

Una realidad que no existe

Pero la materia prima de la que se nutren estas historias es el amor. El amor romántico. «Y vivieron felices y comieron perdices» o «Encontrar un príncipe azul» son los lugares comunes, las frases más «mainstream» de las películas que, supuestamente, triunfan entre las féminas. Coral Herrera, escritora y especialista en «masculinidades, feminidades y teoría queer», establece en su artículo 'Los mitos del amor romántico' los roles sexuales: la princesa y el príncipe.

Según Herrera, «él es valiente, ella miedosa, él es fuerte, ella vulnerable, él es varonil, ella es dulce, él es dominador, ella es sumisa». «Estos modelos de feminidad y masculinidad patriarcal son la base de gran parte del dolor que experimentamos al enamorarnos y desenamorarnos, porque se nos vende un ideal que luego no se corresponde con nuestras vidas», añade. La bicefalia de la realidad.

«La ‘princesa’ es, por lo general, una mujer de rasgos suaves, voz delicada, que es feliz en un ámbito doméstico y cuyas aspiraciones son muy simples: enamorarse, casarse, tener hijos y ser leal a su amado», escribe en su artículo la escritora. Espera y se reserva para él —la Bella Durmiente lo hizo cien años—, y se sentirá realizada cuando comience esa vida, tras la boda. Esto, que parece idílico, bucólico e incluso poético, roza lo tétrico. Si el amor eterno existe, si podremos ser infinitos con una persona o si tras la boda llegará el divorcio son cuestiones planteadas constantemente en el cine, la literatura, la música y el arte, precisamente porque son reales.

Camuflar la opacidad de las relaciones sentimentales tras una epidermis de dulzura y felicidad impostada es, según Herrera, «simplificar la complicada vida de las personas». De ahí surge la frustración, «la gente cree que esos problemas no son normales», recalca esta especialista, porque cuando te enamoras debería existir «exclusividad, fidelidad, pasión eterna y omnipotencia (el amor lo puede todo)».

El cine como arma combativa

Aun así, el cine evoluciona, y nuestras retinas y mentes no permanecen impertérritas al cambio. En cierto modo, es como si el peso de la responsabilidad social recayese sobre los hombros del séptimo arte. De hecho, estos modelos no son los que habitualmente ofrece la gran pantalla, pero sí los que atraen a mayor público.

Por ello, las butacas aplauden con cineastas como Michael Haneke que realizan una narración fílmica del amor terriblemente humana, natural y dolorosa ('Amour'). O a genios como Lars von Trier, quien hizo un ejercicio magistral en 'Dogville' al aunar en un solo personaje, el de Grace, interpretado por Nichole Kidman, las características, llevadas al extremo, que según la sociedad debía tener una mujer (esposa obediente, objeto sexual, cuidadora, limpiadora) y no como una fugitiva abocada a seguir la estela mafiosa de su padre. Sin olvidarnos de Quentin Tarantino, que suele dibujar la figura femenina como una guerrera empedernida. Lo hizo en Kill Bill y también en Death Proof, ésta última protagonista de diálogos tan hilarantes como el siguiente:

— Se pueden llevar otras cosas aparte de una pistola, como gas pimienta.
— ¡Ah! ¿Un hijo puta intenta violame y yo le provoco una erupcion? Lo que quiero es cargármelo. 

FUENTE: http://www.gonzoo.com/zoom/story/la-mujer-en-el-cine-de-pretty-woman-a-kill-bill-80/

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