Inmaculada Montalbán
Mientras sus colegas aplicaban tradicionales criterios de interpretación, como el tenor propio de las palabras, el contexto o los antecedentes históricos, ella comprobaba que se quedaban cortos, que no servían para desvelar la especialidad brutalidad y revelar los daños añadidos que se inflige a las mujeres en los conflictos armados, como aquel que estalló en el corazón de Europa hace dos décadas.
Las violaciones de niñas y mujeres siempre han sido un instrumento de guerra. Se utilizan para demostrar el dominio y poder del agresor, al tiempo que pretenden vaciar de dignidad los cuerpos de las mujeres. Son delitos de violencia de género. Sin embargo, la especial intencionalidad y brutalidad en las agresiones sexuales a mujeres con frecuencia se diluye, con facilidad, en las tormentas de fuego y muerte de la guerra y sus miserias.
Elisabeth Odio ha conseguido, en sus sentencias, desbrozarlas entre tanta crueldad de la guerra. Con la perspectiva de género, a través de sus sentencias, ha podido decir al mundo que estas agresiones sexuales son delitos por razón de género y crímenes de lesa humanidad, lo que permite su persecución por tribunales internacionales y no cabe prescripción o perdón con el paso del tiempo.
La vida ofrece oportunidades para reconfortarnos con nosotros mismos, y a veces aparecen en forma de compromiso. Cuando Elisabeth recogió el Premio del Observatorio por su destacada labor contra la violencia de género, en la sede del Poder Judicial, emocionada dio las gracias porque el galardón le reafirma y empuja a seguir trabajando contra la pesadilla de la violencia que sufren tantas y tantas mujeres, en todos los países, también en los llamados civilizados. Tenemos su compromiso y esto nos reconforta.
Fuente: ANDALUCES
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