"¡Tápese, presidenta!" La moda, esa arma arrojadiza en la política
Desde los 'leggings' de Kirchner, al escotazo de Merkel o el esmoquin de Chacón, las mujeres en el poder sufren un escrutinio más duro que el de los hombres
Es un hecho. Si los medios de comunicación mencionan el atuendo o cómo va vestida una aspirante política, su campaña electoral se verá pejudicada y tendrá menos oportunidades de conseguir el triunfo. Da igual si se hace un comentario neutro y simplemente se describe lo que lleva puesto, si se alaba su buen gusto o se critica su indumentaria. El impacto siempre será negativo en la mente de los votantes. Estas son las conclusiones del estudio que inició el pasado mes de abril la plataforma Name It Change It, el proyecto del Women's Media Center y She Should Run contra el sexismo y la misoginia periodística sobre las mujeres en política, que simuló frente cuatros grupos distintos una campaña entre dos candidatos imaginarios –mujer y hombre– a los que les hacían visionar noticias en los que se mencionaba la vestimenta de la candidata, no se mencionaba, se alababa su look o se criticaba su ropa. El resultado: la aspirante siempre perdía apoyo de los votantes en el momento que se destacaba su uniforme (pasaba del 69% cuando no se mencionaba su ropa al 58% cuando se criticaba su vestimenta).
En un mundo periodístico en el que la regla de reversibilidad –no mencionces cómo viste ella si no vas a mencionar qué traje viste él– brilla por su ausencia, no son pocos los ejemplos en los que la moda se ha utilizado como arma arrojadiza para devaluar la imagen de las mujeres que habitan en las filas gubernamentales. Hace unos días, la sección de política del diario Clarín, el de mayor difusión en Argentina, sufrió un extraño viraje hacia el paternalismo y machismo más rancio en forma de consultorio de estilo, recomendando a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, abandonar la idea de volver a ponerse unos 'leggings' en un acto público: "¿En lugar de una calza tan al cuerpo no sería más coherente un chupín, en su variante más holgada ¿Y si en lugar de una camisa corta elijo una que tape adecuadamente la cadera? Porque si bien la moda no incomoda y ya casi no tiene edad, hay una regla que se mantiene, la prudencia", relataban en el texto. El caso de la presidenta y sus controvertidas 'calzas' en la prensa argentina es el último de muchos en los que las políticas sufren un escrutinio que no suelen padecer (por no decir que no padecen nunca) sus compañeros de gremio. Hagamos memoria:
Marcadas por la portada: el caso de Soraya Saénz de Santamaría y Rachida Dati
Cuando Rachida Dati posó para París Match en 2007 los titulares periodísticos de medio planeta destacaron que la 'coqueta' ministra de Justicia francesa iba vestida de Dior y con taconazos y tacharon a su posado de "frívolo". Tampoco pasó desapercibido el polémico posado de Soraya Sáenz de Santamaría para el Magazine de El Mundo en 2009. A la por aquel entonces portavoz del PP le aseguraron que la sesión de fotos era para el suplemento, pero su instantánea acabó en la portada del periódico. El director de El Mundo, con un videoeditorial en su web, buscó inhabilitar Saenz de Santamaría tildando a su actitud de "femme fatale" y alegando que "puesto que Zaplana nunca se fotografió en tanga, y no se recuerdan posados de ministros, es obvio que esto demuestra que las fantasías, las aspiraciones, de muchas mujeres son distintas que las de la mayoría de los varones". Tal y como recuerda Pilar Portero, que ya reflexionó sobre este caso en Soitu y ahora analiza la actualidad política española en Tudosis, Saénz de Santamaría sufrió "un engaño" y se utilizó su imagen como la de una "presa fácil" para "otros intereses" del rotativo. Y no olvidemos el escrutinio que tuvo el posado para Vogue de las ministras de Zapatero.
Fuente: EL PAÍS
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