Janet Yellen será la economista y mujer más poderosa del mundo como presidenta del banco central de EE UU
Otras como Beatrice Webb, Joan Robinson, Mary Payle, Collect fueron muy grandes... pero mujeres
Además de sus teorías, sus trabajos de campo, pegados a la realidad y al servicio de lo social, han hecho historia
El 1 de febrero de 2014, Janet Yellen será la mujer más poderosa del mundo, porque sustituirá a Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal de los EE UU (la FED), el banco central de la aún primera potencia mundial La noticia ha dado la vuelta al mundo. Y sin embargo, la historia ha dado grandes economistas, no muchas, pero grandes. A menudo devoradas por el patrón masculino. Ahí están Beatrice Webb(el Estado de Bienestar), Joan Robinson, Mary Payle, Rose Friedman, Collect, Grice-Hutchinson. Todas ellas han trabajado pegadas a la realidad que las rodeaba y llegaron a sus conclusiones la mayoría de las veces tras extenuantes trabajos de campo.
Con Janet Yellen, será la primera vez en la historia que una mujer presida el organismo más influyente en la economía del planeta, lo cual ha despertado no poco asombro. No es habitual la presencia de mujeres en las altas instancias, ya sea al frente de la gestión, la docencia o el poder. Son innumerables los reportajes e informaciones sobre el escasísimo número de féminas que se sientan en los consejos de administración de las grandes empresas, los bancos o los organismos internacionales.
Las razones de esa escasa presencia han sido examinadas en tesis sesudas, libros exhaustivos y artículos pretendidamente profundos. La respuesta más vulgar -y no por ello falsa- suele estar en que llegado un determinado momento de su vida profesional, las mujeres se ven forzadas a abandonar para atender a su vida familiar. Las hay también que eligen voluntariamente -las menos- renunciar porque creen que sus hijos y su vida personal las va a compensar.
Con el desarrollo del Estado del Bienestar, esta hipótesis de que las renuncias de las madres eran menos forzadas y más voluntarias se cumplió en algunos casos. Hasta que estalló la Gran Depresión del 2007-2008, y de nuevo comenzó la involución, con las mujeres y los jóvenes replegándose a los cuarteles de invierno de las cocinas y las casas familiares. Ambos colectivos son los paganos de la brutal crisis económica.
Lucha contra el paro y apego a la realidad
De Janet Yellen se han descrito, sobre todo, dos características: una, que su principal prioridad es la lucha contra el paro (lo cuál hace suponer que retirará los estímulos del dinero en la economía americana de forma lenta y sensata); y dos, que siempre prefirió estar pegada a la realidad y lejos de sus compañeros del consejo de la FED, por eso acostumbraba a comer sola en la cafetería de la Reserva Federal, donde observaba de cerca la vida real.
Tal posibilidad es compatible con que escogiera la cafetería porque allí había conocido a su marido, el Nobel de Economía George Akerlof, en la segunda mitad de los años 70. La vida personal de Yellen va a ocupar más líneas de las habituales en la prensa, dado lo extraño de su caso y el escaso conocimiento de la contribución de las mujeres al desarrollo de la economía como ciencia -aunque sólo sirva para predecir el pasado, según la sobada bromita-.
Y, sin embargo, mujeres clave en la historia del pensamiento económico, mujeres apasionantes, las hay. Y las hubo ya desde finales del siglo XIX. Que sepamos. Fue una dama increíble, Beatrice Potter, de casada Webb, la que concibió el Estado de Bienestar como una necesidad, como un derecho de las personas. Potter, de casada Webb, desarrolló esta idea con su marido, pero ya la había concebido mientras examinaba las condiciones de trabajo del East End en el Londres de finales del XIX, cuando la literatura de Dickens había retratado las miserias de la industrialización y mientras la inquieta Beatrice esperaba una propuesta de matrimonio de Chamberlain, el político británico que nunca se atrevió a comprometerse a fondo con una mujer como ella.
Para conocer de primera mano las miserables circunstancias de la mano de obra en los talleres textiles de aquel Londres cada vez más grisáceo, la distinguida señorita Potter -era de excelente familia- se hizo pasar por una obrera y durante mes y medio se dedicó a coser durante doce horas inclinada sobre una maquina, en un taller de confección. Así aprendió lo que era la explotación.
Comenzó de esta manera la historia de una estudiosa que, transcurridos los años, fue requerida por Churchill, desconfió deKeynes (al principio) y nunca olvidó el desprecio de Chamberlain. ¿Apetece o no seguir adelante con la historia de la señora que ideó el Estado del Bienestar? ¿Por qué no se sabe más de ella? Que cada uno saque sus conclusiones. Beatrice Webb puede que sea el caso más notable, pero no el único, de grandes mujeres de la economía que permanecen en la sombra para el gran público.
Joan Robinson es otro nombre destacado, alumna brillante del gran Keynes, se ganó el respeto de sus colegas con enormes esfuerzos y gracias a la teoria que explica "que el auge de las grandes empresas puede llevar a una desafortunada combinación de precios altos y bajo nivel de empleo", como destaca Sylvia Nasar en su magnífica obra La Gran Búsqueda (Ed. Debate).
Al final de su vida, Robinson se pasó de roja como simpatizante de los chinos de Mao y ello le valió el ser sometida a campañas de desprecio y ostracismo. En los últimos tiempos, ha sido recuperada como lo que fue, una gran economista además de discípula favorita de Keynes. Antes que Robinson y Webb, estuvo Mary Paley, mujer de Alfred Marshall, el matemático que no llegó a misionero y que escogió a Paley como esposa por su capacidad intelectual. Incluso comenzaron publicando juntos, pero Marshall acabó relegándola a su papel de enfermera y esposa tradicional.
Rose Director Friedman (mujer del Nobel Friedman), Clara Elisabeth Collect (autora de los primeros esfuerzos por cuantificar los salarios de las mujeres que trabajaban) o la británica, afincada en Málaga, Marjorie Grice-Hutchinson son otros nombres de esa lista de mujeres que pensaron en clave económica para hacer la vida más llevadera a sus semejantes, mientras eran capaces de criar hijos, cocinar excelentes pasteles, cuidar de sus muy famosos esposos (muchas de ellas estuvieron casadas con hombres de pro) y luchar contra unas condiciones académicas diseñadas para que ellas no pudieran estudiar.
Cómo sucede con Yellen, es muy probable que todas hubieran elegido la cafetería de su oficina para no despegarse de la realidad. Hacían la compra, se disfrazaban de obreras para hacer el trabajo de campo y elaborar teorías y conclusiones que en más de una ocasión fagocitaron sus colegas o sus maridos. A Janet Yellen, futura paloma de la FED que intentarán derribar los halcones desde antes de su nombramiento, quizá le den la oportunidad de situar a sus colegas en el lugar que se merecen.
Fuente: ZOOMNEWS
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