Cuerpo a tierra: una acción contra la arbitrariedad
Al tirarse contra el suelo Silvia volvió a sentir el mismo dolor insoportable en el pecho y en el brazo. Esta vez preguntó a su capitán si podía hacer ‘rodilla a tierra’, porque no se encontraba bien y el dolor no se iba. ¿La respuesta? Que si no podía con eso, se cogiese una baja. Silvia y su orgullo apretaron los dientes y se tiraron al suelo una y otra vez hasta que acabaron las maniobras.
Cuando fue al médico le llegó la noticia: tenía un cáncer de pecho con metástasis en el brazo. Había que operarla de urgencia. Su capitán también tenía algo para ella: quedaba arrestada durante 14 días por, según él, ‘fingir una supuesta lesión’ durante las maniobras.
Así que Silvia compartió mastectomía y quimio con el arresto domiciliario. En menos de tres meses volvió a su trabajo en el Ejército. Al poco tiempo cambió de compañía y se especializó en administración y logística. Cuando hace unos meses llegó el momento de renovar su contrato, Silvia no se preocupó: su expediente siempre fue bueno, sus notas eran altas y su último informe destacaba literalmente su profesionalidad, su organización y su gran resistencia a la fatiga. Por eso su compañía la declaró idónea para el servicio. Silvia estaba feliz: desde pequeña su sueño había sido ser militar y servir a su país, e iba a poder seguir haciéndolo.
Pero se equivocó. El Ejército decidió no renovarle. La comunicación que recibió lo justificaba por su ‘absentismo laboral’: los 84 días de baja médica justificada que tuvo que coger mientras recibía quimioterapia. Incrédula, cuando solicitó ver su expediente se dio cuenta de que su anterior capitán, el del arresto, había redactado un informe negativo sobre ella. A Silvia se le cayó el mundo encima.
Por suerte, Silvia no estaba sola. Basi, su madre, se enfadó casi tanto como ella. No iba a permitir que el rencor de una persona echase por tierra el sueño y el futuro de su hija. Silvia estaba intentando superar un cáncer. Lo había dado todo por el Ejército, sus compañeros y su país. Ella no iba a dejar que cometiesen una injusticia contra su hija. Así que decidió contarlo y pedirle ayuda a la gente. Y vaya si le respondieron.
Casi 100.000 personas han firmado la petición de Basi pidiendo al Ministerio de Defensa que abra una investigación sobre la actuación del famoso capitán y que readmita a Silvia en el Ejército.
Silvia no cree que esto le haya pasado por ser mujer. Me dice que contra lo que quiere luchar es contra la impunidad y la indefensión que existe en muchas situaciones en el seno del Ejército. Silvia no quiere que nadie, hombre ni mujer, tenga que pasar por lo que ella ha pasado. Y ella y su madre se han atrevido, como dicen los ingleses, a nombrar al elefante en la habitación, y han abierto un sano debate sobre la necesidad de modernización de nuestro ejército.
Más allá del resultado de su petición, Silvia y Basi ya han conseguido mucho: han abierto una puerta que quizá ya no se pueda cerrar. Tras el eco mediático de su petición hemos recibido en Change.org otras muchas relacionadas con diferentes situaciones en el Ejército, como la necesidad de luchar contra la corrupción interna o la protección de la libertad sexual de las mujeres.
Y creo que no serán las últimas.
Fuente: 20munitos
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