· Ana Bella Estévez defiende la inserción laboral para superar el estigma
La historia de Ana Bella Estévez podría ser la de cualquier mujer que ha sido víctima de violencia de género. Sin embargo, hizo de tripas corazón y decidió combatir esa lacra social dando la cara, relatando su experiencia sin esconderse y transmitiendo un mensaje positivo. «Estamos hartos de ver testimonios de mujeres en casas de acogida con la cara tapada. Yo salí a cara descubierta y dije que era feliz gracias a haber denunciado».
Hasta ese momento, Ana Bella sufrió malos tratos durante once años. «Una noche me pidió que firmara un documento comprometiéndome a estar casada con él siempre. Me negué y ese día temí por mi vida tanto que no paré de rezar el padre nuestro. Fue la primera vez que le planté cara. Metí a mis cuatro hijos en el coche y empecé una vida nueva». Denunciar, según explica, fue lo que le salvó y, aunque reconoce que no es fácil, es la única salida. «No fue sencillo. Con 29 años no tenía formación, ni trabajo, ni casa. Sólo un papel que acreditaba que había sido una mujer maltratada. Y yo no era una víctima, era una mujer superviviente».
En ese momento, fue consciente del potencial de las mujeres que habían sido capaces de superar la violencia. Creó en 2006 la Fundación Ana Bella para ayudar a aquellas que no denuncian a romper su silencio. Desde entonces, dedica su vida a apoyar y a visibilizar a las mujeres maltratadas desde una perspectiva positiva, sin considerarlas víctimas y enfatizando las capacidades de cada una.
«El rol de víctima se nos queda metido en la cabeza. Tenemos que cambiarlo por el de agente social, con muchas cualidades. Somos mujeres fuertes y un ejemplo de perseverancia y esfuerzo. Necesitamos un trabajo digno y valorado». En este sentido, relata cómo sus primeras ofertas laborales eran para trabajar en la limpieza del hogar, algo que rechazó. Ahora, gracias al apoyo de Danone y Momentum Task Force su escuela ha conseguido emplear a más de 200 mujeres como embajadoras Danone. «En cuanto se dan cuenta de sus herramientas, empiezan los milagros».
En cualquier caso, el primer paso es denunciar al agresor. «Les digo a estas mujeres que hay que tener más valor y más fuerza para dormir con el hombre que sabes que puede matarte, que para ir a la Policía. Están utilizando mal sus herramientas. No hay que dejarse humillar, la vida es un regalo».
El cambio, señala, está dentro de cada una. Aunque reconoce que cuantas más leyes, más se salvarán, reivindica un mayor protagonismo de las entidades sin ánimo de lucro, que «están en la primera línea del frente». Pide a los dirigentes que no traten a este colectivo como a niñas. «Somos parte de la solución».
Fuente: LA RAZÓN
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