RECIENTEMENTE el buscador general de Google ha mostrado un "doodle" que rinde homenaje a Rosalind Franklin, en recuerdo a su nacimiento acontecido el 25 de julio de 1920. Esta investigadora aportó unas imágenes que fueron claves para que Francis Crick y James Watson propusieran su modelo de estructura del ADN en 1953 y por el cual ambos obtuvieron el Nobel en 1962. Rosalind había fallecido en 1958, víctima de un cáncer probablemente derivado de las exposiciones a rayos X que sufría durante sus investigaciones, pero no fue hasta bastantes años después cuando la comunidad científica reconoció el valor de sus aportaciones en los estudios del ADN. Queda para la vergüenza humana los comentarios poco amables de Watson acerca del carácter y la forma de vestir de Rosalind, publicados en la primera edición de su libroLa doble hélice. El ser premio Nobel no es óbice para actuar de forma claramente machista y ser un mal educado.
Esta perorata académica es un ejemplo de lo que pretendo ilustrarles: hay mucho camino por recorrer en ciertas cuestiones de igualdad. No solo la Ciencia ha demostrado, y demuestra, formas de discriminación sino que otros muchos eventos sociales muy significativos siguen estando totalmente monopolizados por los individuos que portan el cromosoma Y. Seguro que les viene a la mente aquello de las listas paritarias en los partidos políticos, las cuotas de participación de la mujer en los consejos de administración de empresas y algunos otros. Forzar algunas de estas cuotas o imponer ciertos números no me parece la mejor solución pero se antoja un principio de cambio. Sin embargo hay una realidad social donde me sorprende que todos miremos para otro lado o no nos sonrojemos de continuo. A saber: el deporte femenino.
La selección femenina de baloncesto se ha proclamado campeona de Europa, venciendo en la final a Francia y en Francia. ¿Imaginan ustedes la de horas de televisión y de titulares que habría copado ese campeonato si hubiera sido masculino? La presencia en los medios ha sido comparativamente muy reducida. Tras muchos años, la femenina de futbol ha jugado la Eurocopa absoluta. Relevancia en los medios, casi nula. En abierto no he podido localizar ninguna retransmisión. Nadie patrocina, no hay dinero, es la crisis, es que esto está muy mal.
Por el contrario ni siquiera en estos días de estío nos podemos salvar del monopolio o más bien del "duopolio": fútbol y masculino. El mundial sub21 o el europeo sub20 de fútbol masculino se han podido seguir en abierto sin ningún problema. Con crisis seguimos escuchando cifras mareantes sobre traspasos de los ídolos masculinos del balón. Se habla de varias decenas de millones de euros sin ningún problema. Todo parece absorberlo la liga masculina de futbol.
En una ridícula división se mantiene la denominación de Copa del Rey y de Copa de la Reina para los campeonatos por equipos de fútbol, baloncesto, etc. Y pregunto: ¿Si en algún momento tuviéramos Reina y no rey (recordemos que Leonor es la primogénita heredera de Felipe) como denominaremos a los campeonatos? No es más simple hablar de Copa de España. Me resulta que en este país el apoyo al deporte femenino sigue siendo una utopía, todo se vuelca en lo masculino y en el balón.
Hasta 1992, las 26 medallas conseguidas por España en los Juegos de verano habían sido alcanzadas por varones. En los Juegos de 1992 se obtuvieron 8 preseas en pruebas femeninas, las primeras (de un total de 22). El hito de aquellos Juegos impulsó el deporte femenino que desde entonces y hasta 2008 consiguió 19 de 66 medallas olímpicas. En Londres 2012 se produjo un hecho único: de las 17 medallas obtenidas por España, 11 fueron en pruebas femeninas (mayoría por vez primera).
¿Se han traducido estos triunfos en un mayor apoyo publicitario o de inversión en deporte femenino? ¿Están más presentes en los medios de comunicación? De los datos que les he mostrado, mi impresión es que si ser mujer y empresaria es difícil, ser mujer y deportista se convierte en una aventura solitaria e ingrata.
Ni siquiera alcanzando la excelencia o la primera división parece que las mujeres merezcan tener un trato mínimamente igualitario con los varones. Valga un ejemplo muy próximo. El Granada CF femenino ha subido a la primera división, por vez primera en su historia; sin embargo parece que no hay presupuesto para pagar unas nóminas mínimas a las jugadoras, y deben mantenerse como amateurs. ¿Le echamos la culpa a la crisis de los patrocinadores?
En la Eurocopa Femenina la final fue entre Noruega y Dinamarca, casualmente dos de los países con mayor índice de igualdad de género según diferentes informes internacionales. Seguro que no es una casualidad deportiva. A veces el fútbol no es fútbol.
Fuente: GRANADA HOY
Esta perorata académica es un ejemplo de lo que pretendo ilustrarles: hay mucho camino por recorrer en ciertas cuestiones de igualdad. No solo la Ciencia ha demostrado, y demuestra, formas de discriminación sino que otros muchos eventos sociales muy significativos siguen estando totalmente monopolizados por los individuos que portan el cromosoma Y. Seguro que les viene a la mente aquello de las listas paritarias en los partidos políticos, las cuotas de participación de la mujer en los consejos de administración de empresas y algunos otros. Forzar algunas de estas cuotas o imponer ciertos números no me parece la mejor solución pero se antoja un principio de cambio. Sin embargo hay una realidad social donde me sorprende que todos miremos para otro lado o no nos sonrojemos de continuo. A saber: el deporte femenino.
La selección femenina de baloncesto se ha proclamado campeona de Europa, venciendo en la final a Francia y en Francia. ¿Imaginan ustedes la de horas de televisión y de titulares que habría copado ese campeonato si hubiera sido masculino? La presencia en los medios ha sido comparativamente muy reducida. Tras muchos años, la femenina de futbol ha jugado la Eurocopa absoluta. Relevancia en los medios, casi nula. En abierto no he podido localizar ninguna retransmisión. Nadie patrocina, no hay dinero, es la crisis, es que esto está muy mal.
Por el contrario ni siquiera en estos días de estío nos podemos salvar del monopolio o más bien del "duopolio": fútbol y masculino. El mundial sub21 o el europeo sub20 de fútbol masculino se han podido seguir en abierto sin ningún problema. Con crisis seguimos escuchando cifras mareantes sobre traspasos de los ídolos masculinos del balón. Se habla de varias decenas de millones de euros sin ningún problema. Todo parece absorberlo la liga masculina de futbol.
En una ridícula división se mantiene la denominación de Copa del Rey y de Copa de la Reina para los campeonatos por equipos de fútbol, baloncesto, etc. Y pregunto: ¿Si en algún momento tuviéramos Reina y no rey (recordemos que Leonor es la primogénita heredera de Felipe) como denominaremos a los campeonatos? No es más simple hablar de Copa de España. Me resulta que en este país el apoyo al deporte femenino sigue siendo una utopía, todo se vuelca en lo masculino y en el balón.
Hasta 1992, las 26 medallas conseguidas por España en los Juegos de verano habían sido alcanzadas por varones. En los Juegos de 1992 se obtuvieron 8 preseas en pruebas femeninas, las primeras (de un total de 22). El hito de aquellos Juegos impulsó el deporte femenino que desde entonces y hasta 2008 consiguió 19 de 66 medallas olímpicas. En Londres 2012 se produjo un hecho único: de las 17 medallas obtenidas por España, 11 fueron en pruebas femeninas (mayoría por vez primera).
¿Se han traducido estos triunfos en un mayor apoyo publicitario o de inversión en deporte femenino? ¿Están más presentes en los medios de comunicación? De los datos que les he mostrado, mi impresión es que si ser mujer y empresaria es difícil, ser mujer y deportista se convierte en una aventura solitaria e ingrata.
Ni siquiera alcanzando la excelencia o la primera división parece que las mujeres merezcan tener un trato mínimamente igualitario con los varones. Valga un ejemplo muy próximo. El Granada CF femenino ha subido a la primera división, por vez primera en su historia; sin embargo parece que no hay presupuesto para pagar unas nóminas mínimas a las jugadoras, y deben mantenerse como amateurs. ¿Le echamos la culpa a la crisis de los patrocinadores?
En la Eurocopa Femenina la final fue entre Noruega y Dinamarca, casualmente dos de los países con mayor índice de igualdad de género según diferentes informes internacionales. Seguro que no es una casualidad deportiva. A veces el fútbol no es fútbol.
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