miércoles, 18 de diciembre de 2013

«El 20% de las víctimas de malos tratos son ya mujeres menores de 20 años»


El forense José María Machuca dice que se han disparado los malos tratos psicológicos a adolescentes a través de las redes sociales
José María Machuca posa en su despacho del Instituto de Medicina Legal (IML) para esta entrevista.

Si hay un hombre que ha visto lo peor de la sociedad ése es José María Machuca, el médico forense encargado de liderar las valoraciones médicas, psicológicas y sociales de las mujeres maltratadas de la provincia, así como también de sus parejas, los agresores, los hijos y los familiares. Alerta de un aumento preocupante del machismo entre los más jóvenes, de tal forma que ellos usan las redes sociales para controlarlas a ellas y restringir su autonomía. Recuerda que la violencia machista es un problema de todos, no sólo de las víctimas.
José María Machuca es el coordinador provincial de las Unidades de Valoración Integral de Violencia de Género (UVIG) del Instituto de Medicina Legal de Málaga (IML) y uno de los mayores expertos en esta lacra. Licenciado en Medicina por la Universidad de Málaga y forense titular, lleva años viendo cómo hay mujeres que mueren o son agredidas e insultadas y humilladas por el mero hecho de serlo. Por eso, lanza el mensaje de que la sociedad debe hacer más. «No es un problema de ellas. Nos incumbe a todos», insiste. Y con esa idea empieza la entrevista en su despacho de la Ciudad de la Justicia, aún con la bata blanca de trabajo puesta.

Hay muchas mujeres que o no denuncian o retiran la denuncia en un estado avanzado del proceso. ¿Por qué ocurre esto?
Nosotros, en el Instituto de Medicina Legal, no tenemos los datos efectivos de esa situación, son escasos, porque cuando se retira una denuncia es en sede judicial. A veces vemos que una señora que viene a ser valorada por la Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género (UVIG) tiene cierta reticencia y quiere retirar la denuncia, asegura que todo se debe a un episodio momentáneo y pasajero. Le decimos que se trata de una exploración médica y psicológica únicamente para darle apoyo al juez y éste pueda dictaminar mejor, y si reseña que sigue queriendo retirar la denuncia ha de firmar una documentación. Pero ya le digo que eso ocurre sobre todo en sede judicial. Cuando hablamos de violencia de género debemos recordar que venimos de una educación muy masculinizada, en la que el hombre es el centro de atención y la mujer un añadido. Los datos, en este ámbito, son la punta del iceberg, la mayoría están ocultos, pero las administraciones locales, regionales y estatales intentan que las señoras denuncien, que se informen y, si se ven en esa situación, que pidan asesoramiento médico y profesional.

Cada vez se detecta más machismo entre los chicos y chicas jóvenes. ¿Ha constatado usted esa percepción social entre los agresores y las víctimas que valora?
Existe un trabajo de investigación que hicimos en 2010 efectuado sobre las personas que atendíamos en la UVIG, y nos sorprendimos cuando observamos que un porcentaje bastante elevado, que rozaba el 20%, de las chicas que veíamos eran menores de veinte años. Esto nos llevó a pensar que hay un caldo de cultivo de situaciones de violencia entre los jóvenes. Actualmente la forma de someter a la mujer a maltrato psicológico es usando las nuevas tecnologías. Estamos viendo cómo mediante las redes sociales o aplicaciones de teléfonos móviles como whatssap, mensajes, redes como Tuenti o Facebook, el agresor trata de controlar, insultar o publicar la intimidad de la chica. Si esa situación es permanente en el tiempo se trata de maltrato psicológico.

Es decir, que este tipo de casos se dan cada vez más...
Sí. Además se toman como naturales ciertas agresiones dentro de la relación de pareja, y se justifican con que como me quiere, me controla, me empuja, se enfada conmigo, me insulta. La chica ensalza al agresor porque piensa que actúa así porque la quiere. Tener celos es señal de que la quiere, circunstancia que es totalmente deplorable.

¿Cuál es la violencia más habitual: la psíquica, la física, la sexual o la económica?
El tipo de violencia más habitual está a caballo entre la violencia física y la psicológica. Violencia física quizás sean más episodios de violencia aislada en los que una señora denuncia una agresión física por parte de su pareja, y a partir de ahí se procede a la separación. Hay muchas mujeres que tienen conciencia de que solamente con que haya un episodio de violencia física hay que interponer una denuncia. La psicológica es silente, no se produce una sola agresión, sino que es un continuo que se desarrolla a lo largo de la relación afectiva. En estos casos sí se producen en jóvenes trastornos psicológicos importantes con un muy corto periodo de relación. ¿Por qué? Son jóvenes débiles emocionalmente, no tienen una personalidad estructurada, el agresor suele ser mayor que ella. Este maltrato psicológico es una evolución en el tiempo, y la mujer, por aquello de qué será de sus hijos, o por problemas económicos, trata de conciliar y llegar a un arreglo, pero debido a que el señor tiene una perspectiva de género en la que él es superior, dominante, que ha de ser lo que él diga, va mermando poco a poco el fondo psicológico de la mujer, hasta que ella explota o alguien la asesora, y encuentra que dicha situación es compatible con una situación de violencia de género.

¿Qué trastorno psicológico puede sufrir una chica joven?
Trastornos de ansiedad, de estrés postraumáticos y los más graves, los ansioso-depresivos. En chicas muy jóvenes. Por otro lado, es difícil en una relación de pareja la valoración como tal de una violación. Muchas veces se produce una situación de dominio en la esfera íntima, sexual, del varón sobre la mujer. Lamentablemente para poder concretar esa violencia sexual es preciso que se produzcan una serie de lesiones que orienten a que ha habido una relación de fuerza. Ello para diagnosticar violencia sexual desde el punto de vista físico. Desde el punto de vista psicológico, el psicólogo forense pues sí tiene la evaluación mediante una serie de test hacia la lesionada que pudiera adjetivar más la violencia sexual.

¿A qué achaca que recientemente hayan muerto tres mujeres y dos niños a manos de sus propias parejas en la provincia?
No hay ninguna explicación. Ni para eso ni para cualquier acto de violencia de género. En 10 años, la provincia está a la cabeza de las muertes por casos de violencia de género. Por ello, la Consejería de Justicia e Interior dotó a este instituto de medios y recursos humanos y materiales, en un número mayor que otras provincias, contando en el IML con cuatro equipos de valoración en Málaga. En otras provincias como Sevilla no llegan a dos, teniendo esa provincia un volumen de denuncias parecido al de Málaga. Ello implica que nuestra UVIG es más amplia que en otros lugares de Andalucía. Por ejemplo, para nosotros es imprescindible el reconocimiento del agresor, cosa que no se produce en otros institutos de Andalucía. Siempre valoramos a la denunciante y al agresor, así como a los hijos y a los familiares que por afinidad o convivencia sean necesarios. Este aumento de casos se concentra en el último año, pero no tiene una explicación. Nuestro IML propugna que las mujeres se asesoren en el Instituto Andaluz de la Mujer, en la delegación provincial y en las áreas de Igualdad de los Ayuntamientos, donde encontrarán psicólogos y trabajadores sociales que les orientarán sobre cómo presentar la denuncia.

¿Cómo llega una mujer anímicamente el IML? ¿Qué actitud tiene, qué es lo primero que dice?
Llegan de dos formas: la señora acude en la guardia o ya citándola a la valoración integral, uno o dos meses después de los hechos. Cuando acude a la guardia, pues su estado anímico es depresivo, con poca autoestima, llanto fácil, está en estado de inseguridad porque no sabe qué va a pasar con sus hijos ni con ella. También muestran sentimientos hacia el agresor, porque se lo han llevado detenido y está en calabozos, y aunque la situación ha llegado a un límite, ella tiene sentimiento de culpa. Uno o dos meses después, la señora ha sido asesorada por un letrado, está estabilizada con sus hijos en su domicilio o en una casa de acogida, su situación anímica es mejor que cuando acude por primera vez.

¿Quiénes denuncian más: ellas o sus amigos y familiares?
En el estudio de 2010, a todas las mujeres valoradas se les preguntaron muchos datos y, entre ellos, quién inició la denuncia. En el 85% de los casos fue por iniciativa propia de la mujer. En el 9% de los casos la iniciativa era de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, y un 6% de amigos, familiares o padres, cuando la chica es menor de edad y no quiere denunciar.

Eso es lo que hay cambiar, por tanto. Implicar al entorno...
La población está más sensibilizada. El entorno de las chicas menores de edad, es decir, sus amistades, cuando vean que a través del whatssap los novios controlan hasta su más mínimo movimiento, y les dicen: dónde estás, con quién estás, por qué no te conectas, me dijiste que ibas a tardar poco... su entorno, digo, los compañeros de instituto o amigos deben poner sobre aviso a la joven, o a un tutor del centro, o a los propios padres si es posible. Han de comunicarles cómo esa mujer está siendo aislada de su entorno, controlada por su novio. Eso en el ámbito juvenil. En la edad adulta, debemos concienciarnos de que la violencia de género es un problema social, no individual, la sociedad debe implicarse denunciando o asistiendo como testigo. Muchas veces han sido testigos de hechos ocurridos en meses pasados y esa testifical puede ayudar a considerar la situación como violencia de género continuada en el tiempo.

¿La ley de Violencia de Género está funcionando?
La ley 1/2004 y sus posteriores modificaciones y ampliaciones es la herramienta legal imprescindible para tratar de atacar jurídicamente la violencia de género. Está sirviendo, no toda ley es perfecta. Va siendo remodelada y ajustada a los tiempos que corren y adaptándose a las nuevas formas de violencia, no sólo física, psíquica y sexual. También la económica, o a través de los menores. Es el arma de los peritos para aportar una prueba documental, global del equipo UVIG al juez para que enjuicie con la mayor aportación de pruebas posible.

La violencia machista suele ser progresiva. ¿Es la bofetada el preludio de la puñalada?
Efectivamente. Aunque hay casos en los que el primer episodio es el final, acaba en un fallecimiento o un episodio grave. Lo más común es que la violencia física y psicológica sea progresiva. Se empieza por controlar, se restringen salidas y contactos con otras personas, y se empieza con un empujón o sujeción, incluso una bofetada, y si la señora no denuncia va en progresión hacia otras agresiones y nuevas humillaciones.

¿Por qué vuelven muchas maltratadas con sus parejas incumpliendo las órdenes de alejamiento o las sentencias?
Es una situación en la que el estado emocional prevalece o es antepuesto al racional. Una señora a la que se le pone una orden de alejamiento de un señor porque ha habido un episodio que se ha considerado por un juez como violencia de género, el único motivo por el que permite que el hombre se le acerque, hable con ella, vea a los hijos, e incluso entre en su casa de nuevo, es por motivos emocionales. Le da pena que no vea a sus hijos, cree que no le va a hacer daño y sólo quiere hablar, siente lástima de él porque duerme en casa de un familiar, en un albergue... Todo eso hace que la señora atienda a la petición incluso de reanudar la relación sentimental. Error importante porque la mayoría de las veces se vuelven a repetir los comportamientos agresivos, lo que conlleva nuevas denuncias que acaban no sólo en el alejamiento del agresor, sino incluso en un centro penitenciario. Se quebranta una orden de alejamiento y hay una nueva agresión, generalmente se acaba en prisión.

¿Cómo se mide el riesgo, porque hasta hace poco sólo había una mujer en franco peligro de ser asesinada en un episodio de violencia?
La medición del riesgo es global. No solamente hay que tener en cuenta lo que vemos en la UVIG. La policía tiene un test; el psicólogo cuenta con una serie de baterías de test que se les pasa a los agresores y los jueces tienen una serie de determinantes. Es algo global. Cuando se hace una valoración del riesgo se trata de determinar qué posibilidades habría de que se diera un episodio violento si la pareja retomara su relación. La gradación va del riesgo leve al extremo, en cuatro grados.

«Los episodios violentos suelen ir in crescendo a lo largo de la relación»

¿Qué  hace falta para luchar con más eficacia?
En otros ámbitos quizás una mayor difusión de las situaciones de violencia de género para que toda la población tome conciencia del problema y denuncie ante la más mínima sospecha de violencia, ya sea a menores controladas, insultadas o amenazas por redes sociales, lo que se da mucho, o de informar y asesorar a mujeres que estén en situación de especial vulnerabilidad. No hablamos de que la violencia sea más frecuente en unos ambientes que en otros, pero sí hay mujeres más vulnerables que otras. Harían falta más cursos de formación específicos orientados a médicos, psicólogos y trabajadores sociales, que los hacemos periódicamente, pero los tiempos van más rápidos que los estudios que hacemos.

¿Cuál es el momento más peligroso de la relación para la mujer: cuando lo dejan, durante o después de la ruptura?
Cuando lo dejan es la agresión grave. Y durante la relación son episodios que van in crescendo en número e intensidad.

¿Qué me dice de quienes hablan de denuncias falsas?
Nosotros no tenemos datos concretos de posibles denuncias falsas. Otra cosa es que la señora una vez evaluada en su totalidad no presente indicadores de malos tratos continuados en el tiempo, que es lo que nosotros valoramos. En este estudio de 2010, llegamos, e incluso en estos dos años se repite el porcentaje, a la conclusión que de los expedientes que valoramos en el 55% hay indicadores de malos tratos, y en el otro 45% no.


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