viernes, 23 de marzo de 2012

"Aprender a ser macho alfa es más complejo de lo que parece"

Escrito por Manuel Buendía Bercedo



Me apetece mucho tomarme las relaciones de género  como un fantástico juego en sentido amplio y adentrarme por un camino que no sé muy bien  dónde nos llevará. Por un lado, pido permiso a John Von Neumann y a Oskar Morgenstern por destrozar a mi antojo su androcéntrica Teoría de Juegos. Y aplicando otras acepciones del juego, no cabe duda de que nos jugamos la vida cuando conducimos  a más de 120 km/ hora, como si de una “ruleta rusa” se tratara. Viendo que  son varones casi el 90% de las personas a las que se les ha retirado el carnet, por ejemplo, junto a otras muchas  conductas arriesgadas, sospechamos  que aprender a ser “macho alfa” es bastante más complejo de lo que parece, y con evidentes efectos secundarios. Me temo que también tendré que pedir permiso a  Darwin, los Neo- darwinistas, o los neo-post-darwinistas, hasta el infinito… (Mi agradecimiento al profesor José Antonio Cuesta), para atreverme a pisar “el jardín” de la Evolución como juego con un particular análisis de género.


No podemos olvidar también el “sentido lúdico” que en ocasiones tiene, o puede tener,  las relaciones entre mujeres y hombres, pero que a menudo alternamos estrategias de escaqueo o de cooperación, de ataque o de huida…. Y por último el sentido del humor como hilo transversal, tomándome muy en serio sin embargo las trampas de las relaciones de Poder.
Muchas de las conductas que hacemos  cuando estamos solos o solas, son simples “problemas de decisión”. Si tenemos que cruzar un río y tenemos tres puentes o alternativas, seleccionaremos el mejor, el puente más seguro, con menos peligros, etc. Pero no estamos solos ni solas. Por ello se convierte en un “problema estratégico” donde hay otros jugadores o jugadoras. Es posible que alguien  con malos, o buenos propósitos esté al otro lado del puente (en el ejemplo) y tengamos que pensar  en sus intenciones. Quizá nos conoce bien ese otro jugador o jugadora  y actuará en consecuencia, para lo que modificaremos nuestra  estrategia, como en una partida de ajedrez.


A modo de ejemplo, es posible que nos guste el fútbol, la petanca y el golf y tenemos que elegir uno. Se convierte en problema estratégico si pretendemos conciliar con la vida familiar y laboral, sabiendo que para mantener cierto “hándicap” o nivel, nos ocupa varias horas de entrenamiento entre semana, aparte de los torneos algunos sábados y/o Domingos. Por tanto, distinguimos lo que son “acciones”, como es elegir un ocio, o cruzar el puente, de lo que son “estrategias”, que es el Plan de acción, según las circunstancias.  
(En este punto me acuerdo especialmente de Natalia Navarro). Es preciso conocer, compartir y pactar las “necesidades prácticas de género”  y los” intereses estratégicos de género” individuales, sin los cuales es imposible entender los comportamientos que atañen a las desigualdades de poder en las negociaciones entre mujeres y hombres.


Rescato para esta ocasión una definición de “negociación” de un curso sobre técnicas de negociación impartido a un grupo de comerciales. (En una época en la cual todos eran varones obligados a llevar corbata). Según dicho curso, “negociación es tratar de alcanzar un objetivo mediante el acuerdo con la otra parte. Si ambas partes de la negociación no tuviesen diferentes intereses no existiría la negociación. (Sería otra cosa). Si una de ellas no quisiese negociar o menospreciara a la otra parte, tampoco existiría negociación. (Sería otra cosa). Por tanto es la búsqueda de un acuerdo beneficioso para las dos partes de la negociación”. Parece bastante general y queda incompleta la definición respecto a la capacidad real de negociación. Puede esconder ingenuidad o mala intención. Basar la negociación en la confianza puede ser un requisito previo imprescindible).Los “diferentes intereses” pueden ser una trampa para las mujeres (o para el jugador o jugadora más débil). No debemos dar por hecho que las reglas del juego sean justas e iguales para todos y todas. Ni dejar sin aclarar quién y cómo se arbitra (recomiendo arbitraje paritario: terapeutas, amigos/as...).


Cada persona tiene sus “preferencias”. Se llama “utilidad” en Teoría de juegos a la valoración numérica de las preferencias.
-“¡Cariño, preferiría que te dedicaras a la petanca cuando vamos al  pueblo, y dejes el mejorar tu swing, para cuando nos separemos, al menos mientras Carmencita sea pequeña!” Para él sin embargo, es de más utilidad negociar y conformarse con ir al fútbol los domingos. (Caso real).
Contamos con un “principio de racionalidad”, donde todo  juego tiene como fin el optimizar su utilidad.  Aquí ya se empieza a complicar un poco. La mayoría de las veces se suele aplicar de una manera muy limitada. Se suele reservar  lo óptimo o lo racional a la economía. Ganar en el juego, significa en multitud de ocasiones derrotar al contrario (o a  la contraria), con criterios puramente económicos (puede ser quedar por encima), midiéndolo en términos de euros o de “goles”. Sin embargo, la racionalidad de nuestro jugador (o jugadora) particular, podría ser “salvar la pareja”, el “bien común”, o “avanzar en la igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres”, por poner varios ejemplos. Conviene tener claramente acordados y permanentemente actualizados estos previos antes de la negociación.


Se aprende a jugar cuando se conoce bien a los demás jugadores. El “conocimiento común” se suele utilizar para cooperar en el juego o para hacer trampas. Generalmente gana  las partidas quién hace la trampa más gorda. Eso sí, se puede obtener victorias parciales respecto a diversas combinaciones de todo lo anteriormente expuesto, como puede ser cooperar con relaciones equilibradas y recíprocas en “manos de juego” puntuales...


Se dan constantemente los llamados “equilibrios de Nash”. Es la estrategia en toda aquella situación, (con dos o más jugadores/as, es decir pareja, grupo de trabajo o familia)  donde la elección de estrategias elegidas tiene un punto optimizado y en equilibrio. Podríamos decir que es “lo mejor posible” según circunstancias y utilidades. Nadie mejora  modificando sólo su estrategia manteniendo los otros/as las suyas. Cada jugador o jugadora adopta su mejor estrategia, maximiza sus ganancias individuales y conoce las estrategias de los/las demás. De tal forma que cualquier elemento nuevo en el juego, traslada el punto de equilibrio a una situación diferente. Puede no ser el mejor resultado conjunto, pero este resultado conjunto puede mejorar  si los jugadores/as coordinan la acción.

Espero que lo siguiente se entienda bien. El modelo hombre proveedor-esposa dependiente es un claro ejemplo de estrategia de” solución débil”, cuyo equilibrio solo es posible si la unión pudiera garantizarse para siempre. Tiene un alto coste. (Precisa unos requisitos como el régimen de gananciales, una pensión de viudedad, un pacto de divorcio blindado, entre otros). No hay opción de un “PLAN B”. En el siglo XXI resulta muy fácil descubrir las múltiples estrategias tramposas, o inconvenientes que puede haber  ocultas en dicho modelo.


Si os parece, por mi parte esta aventura no ha hecho más que empezar. Veremos que muchos problemas sociales que aparentan o son,” paradojas”, “dilemas”, o “falacias”, o apuestas a “la opinión contraria”  y otras variantes de la “lógica del espejo”, se aclaran simplemente con un baño de perspectiva de género.


Veremos, por ejemplo, cuándo los “hombres por la Igualdad” dejarán de comportarse como “palomas”, y cuándo la masa crítica de “mujeres empoderadas” hará que sean “halcones”. (Su correlación y su apalancamiento es la clave). Veremos porqué regalar una joya, o encargarse de limpiar el baño, pueden ser dos ejemplos de “señal costosa”, pero una de las dos puede ser además “señal falsa”.

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