Francia es un país peculiar en los
asuntos relativos a la igualdad. Fue la patria de la revolución
igualitaria. Ya saben: "Libertad, Igualdad, Fraternidad". La realidad es
que la segunda propuesta quedó en una mera igualdad ante la ley que
durante decenios solo consideró a los hombres. Quizá como consecuencia
de ello Francia se ha resistido después tradicionalmente a feminizar la
política hasta el punto de que la participación de mujeres en su cámara
baja –la Asamblea Nacional- la situaba en el 69º puesto mundial,
por debajo de la mayoría de los países europeos, pero también detrás de
otras democracias, como Ruanda, Seychelles, Nicaragua o Sudáfrica. Esta
revolución estaba pendiente. Ahora, por fin, de la mano del Partido
Socialista, las mujeres han irrumpido en tromba en el legislativo. El
porcentaje es todavía humilde (26,8%), pero muy superior al registrado
en la anterior legislatura (18,5%).
El espectacular salto que está viviendo la República Francesa
trasciende, sin embargo, las estadísticas. Veinte años después de que
Édith Cresson rompiera moldes ejerciendo como primera ministra, una
fugaz y solitaria estrella política, el Partido Socialista Francés (PSF)
cuenta ahora con una secretaria general, Martine Aubry.
Por primera vez en la historia, una mujer, Ségolène Royal, fue
candidata con posibilidades de alzarse con la victoria en unas
presidenciales. Ocurrió en 2007. Fue batida por Nicolas Sarkozy, pero
ahí quedó la gesta de esta líder que, paradojas de la historia, ha quedado ahora arrumbada
por un disidente en La Rochelle arrebatándole la posibilidad de formar
parte de la Asamblea Nacional y convertirse, por tanto, como quería el
PSF, en su presidenta. Por primera vez en la historia, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) está en manos de una mujer y esta no es
otra que la francesa Christine Lagarde, exministra de Economía de
Sarkozy.
Por primera vez en la historia también el Gobierno francés es paritario.
El flamante presidente de la República, François Hollande, cumplió
–esta vez sí- su promesa y ha nombrado a 17 ministras en un gabinete de
34 miembros. Hay quien hizo bromas, pero esta vez no fueron machistas.
Sencillamente, se señaló con sarcasmo que se había logrado un gobierno
paritario justo cuando este se reducía el salario en un 30%. Ya se sabe,
basta con feminizar un sector para que en este se reduzcan los
emolumentos. En el lado negativo está también el hecho de que ninguna de
las nuevas ministras ocupe carteras de peso político, pero a decir
verdad ese techo ya lo rompió el propio Sarkozy con ministras que se
ocuparon de esos asuntos que suelen considerarse de mayor importancia,
como Interior, Defensa o Exteriores (Michèlle Alliot-Marie) o como
Economía (Lagarde).
Por seguir con el lado negativo, sigue siendo paradigmático que
Hollande no haya contado con líderes que tanto han destacado como Aubry o
la propia Royal –la madre de sus hijos, por cierto-. Es un detalle
importante porque justamente uno de los problemas de las mujeres en la
vida política es su dificultad para asentar su liderazgo frente a
hombres que se eternizan en el panorama político.
Pero también a este respecto hay buenas noticias en Francia. Porque
en la nueva Asamblea Francesa hay una renovación de diputados sin
precedentes. El 40% del total son novatos, como bien cuenta hoy mismo Le Monde,
un dato en sí mismo revolucionario si se tiene en cuenta la escasa
regeneración que tradicionalmente ha registrado la política francesa;
una dinámica, además, a la que se ha achacado la desventaja de las
mujeres a la hora de hacerse un hueco en este país ahora tan renovado.
FUENTE: http://blogs.elpais.com/mujeres/2012/06/la-segunda-revoluci%C3%B3n-francesa.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario