martes, 27 de noviembre de 2012

'Hacía años que no sentía ganas de reír, y ahora lo hago a carcajadas'

La puerta de su casa se había convertido en la entrada al infierno. Cada día, al volver del trabajo, se persignaba en el umbral por lo que podía ocurrir después. Y ocurría. Hasta que un día decidió pedir ayuda. Para entonces, ya habían pasado 17 años de insultos y vejaciones, tres denuncias y miedo, mucho miedo.

"Estaba harta de aguantar. Temía por mí y por mis hijos. No tienes vida, no duermes. A todo le dices que sí para evitar la bronca, pero cada día va a más". Habla Vanesa, de 41 años, una superviviente de la violencia que durante casi dos décadas le propinó su marido. Aguantó hasta que un día el objetivo no fue ella, sino el mayor de sus dos hijos. Tras una dura pelea, el niño, de 14 años, "me pidió que denunciara porque él era menor y no podía". Fue el punto y final a la pesadilla.
La Guardia Civil le aconsejó que se marchara a una casa de acogida y ella no lo dudó. "El lunes por la mañana preparé a mis hijos como si fueran al colegio. Salimos de casa como un día normal", pero el destino era el comienzo de una nueva vida.
"Es muy duro. Nos fuimos sin nada. Sin ropa, sin dinero, sin papeles", pero nunca se arrepintieron. Vanesa y sus dos hijos, de 13 y 14 años, vieron "el cielo abierto", según sus palabras, en el primer centro de acogida en el que recalaron. Corría el mes de noviembre y Vanesa sólo tiene buenos recuerdos de los cuatro meses que tuvo que permanecer en él. No entiende los prejuicios de la gente hacia estas casas, porque "te ayudan en todo".
Pasó la Navidad y su mejor regalo fue escuchar por boca de sus hijos que habían sido las "más maravillosas" que habían vivido nunca. Tras meses de terapia, Vanesa volvió a su casa. Pero ella ya no era la misma y en su nuevo hogar ya no estaría él. "Me propuse que, en adelante, nadie más iba a pisotearme". Y así ha sido desde entonces.

Aunque su familia y sus amigos más cercanos, su madre y su hermana le han dado la espalda, Vanesa es la voz de la fuerza y la vitalidad, a pesar de las dificultades económicas que atraviesa. "Hacía años que no sentía ganas de reír y ahora lo hago a carcajadas
. He ganado ocho kilos desde que me separé y aunque sigo teniendo miedos, son otros miedos diferentes".
 
Su objetivo ahora es que el calvario por el que ella pasó no se repita en otras mujeres. "Perdí 17 años de mi vida. Abrí los ojos demasiado tarde", asegura, "pero los abrí". Vanesa quiere que su experiencia sirva "para que otras mujeres que están pasando por la misma situación vean que se sale, que no aguanten lo que he aguantado yo. Ahora llego a mi casa, cierro mi puerta y estoy bien, estoy viva, tranquila". Con voz emocionada, confiesa que está de celebración: "Este 22 de noviembre cumplo tres años", el tiempo que hace desde que salió de su hogar una mañana como si fuera un día normal y todo acabó.

Sin edad

Hablando de edades, Rosalía presume de la suya: 61 años. Con 58, y tras décadas de maltrato psicológico, se cruzó con un frasco de pastillas que la llevó a pensar que su vida, si es que aquello lo era, no merecía la pena. Ni siquiera sus dos hijos, por los que había luchado y aguantado todo, pesaron más en la balanza, y destapó el bote. Cuando abrió los ojos en el hospital sólo le dieron dos opciones: o denunciaba o la ingresaban en una unidad psiquiátrica. Llamó al 016.

Logo de este año.Un centro de acogida se convirtió en su refugio durante dos meses y luego volvió a empezar de la nada. Se marchó a una casa de alquiler con sus vástagos, "mis psicólogos", y comenzó a buscar trabajo. "Aceptaba cualquier cosa que me ofrecían, lo que nadie quería", hasta que la Fundación Ana Bella se cruzó en su camino. Esta organización está formada por mujeres que durante años sufrieron la violencia de sus parejas y la dejaron atrás. Se transformaron "de víctimas a supervivientes", como le gusta dejar claro a Ana Bella Estévez, la mujer que le da nombre y que la puso en marcha allá por 2006.

Logo de este año.

Su voz, a pesar de que el reloj marca casi la medianoche, derrocha energía. Estos días anda especialmente ajetreada, de un lugar a otro, para contar su historia y transmitir un mensaje positivo que contribuya a un cambio. «Queremos hacer ver a las mujeres que están siendo maltratadas y a la sociedad, que ellas no son el problema, sino que forman parte de la solución. Muchas mujeres no se atreven a denunciar porque no confían en que vayan a tener una vida mejor, y están equivocadas. Se puede salir de la violencia». Para muestra, su experiencia.

Ana Bella pasó 11 años anulada por el hombre con el que se había casado. Aguantó palizas, vejaciones, abusos sexuales y todo tipo de castigos. "Un día vi en televisión a Ana Orantes contando su testimonio y me preguntaba por qué esa mujer no se habría ido de su casa. ¡Era increíble! porque no me estaba dando cuenta de que yo estaba viviendo la misma situación que ella", explica.

'Hay salida'

Ana Bella.Hasta que llegó la señal en forma de un cartel que rezaba 'Rompamos el silencio' junto a un número de teléfono. Ana Bella lo memorizó y después de un brutal episodio de violencia, el último, se decidió a marcarlo. Con la inocencia de alguien que ha estado aislada de la realidad durante más de una década, el objetivo de Ana Bella era preguntar, a quien quiera que fuera que estuviera al otro lado del hilo, si podía separase de su marido aunque él no quisiera hacerlo. Le dijeron que tenía que salir de su casa. Cogió a sus cuatro hijos y en mitad de la madrugada, dejó atrás su prisión.

Ana Bella.

"Me fui y no volví más. Nunca dudé, lo tuve muy claro. Me llamaba más de 200 veces al día, pero yo nunca se lo cogí. Durante cuatro años me estuvo siguiendo, contrató incluso a un detective privado". Pero no sirvió de nada. Ana Bella estaba dispuesta a empezar de nuevo y poco a poco fue moldeando la fundación que hoy lidera. En 2005 compró en la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe el local donde han montado su centro de operaciones y en 2006, el proyecto se hizo realidad.

La Fundación Ana Bella trabaja para hacer llegar un mensaje positivo a las mujeres maltratadas. "Hay salida", dice la última campaña del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y eso es lo que quieren demostrar. "Somos un ejemplo de cómo crear una red de mujeres supervivientes de la violencia, para que otras mujeres en nuestra misma situación, al vernos, se sientan identificadas y nos llamen para pedir ayuda".

Sus esfuerzos también van encaminados a quitar a las afectadas el estigma de 'mujer maltratada' y "empoderarlas", que ganen autoestima y sepan que son capaces de todo. Por eso, una parte de su trabajo se centra en asesorarlas laboralmente y en darles formación para que puedan salir adelante por sí mismas. Eso sí, nada de trabajar"«como limpiadoras o en otros trabajos similares que nadie quiere", afirma Ana Bella. "Nosotros somos un valor muy positivo para la sociedad. Si un empresario ve que somos eficaces, comprometidas, que somos capaces de aguantar al peor jefe del mundo –nuestros maridos-, entonces confiará en que seremos capaces de hacer bien nuestro trabajo".

Nuevas oportunidades

Y como el movimiento se demuestra andando, ellas mismas han creado un servicio de catering en el que emplean a algunas de las mujeres que pasan por la fundación. Vanesa está expectante. Hace poco que se ha puesto en contacto con la organización, a pesar de que vive en la misma localidad. Nunca pensó que aquella mujer que un día vio en televisión y a la que admiraba por su valentía, ahora le tendería la mano. Quiere seguir colaborando con ella, dando su testimonio positivo y, si es posible, lograr un puesto de trabajo mejor y más estable.
 
Otras mujeres que acudieron a la organización en busca de ayuda ya lo han hecho y han encontrado un hueco como consejeras de la marca Danone en establecimientos de toda España. Esta empresa financia la Escuela Ana Bella de Innovación social y Empoderamiento de la mujer y confió en 12 de sus alumnas para realizar una prueba piloto en 2011. Los resultados fueron tan positivos que este año el número de consejeras nutricionales ha ascendido a 150.
 
Rosalía es una de ellas. "Ahora soy la mujer más feliz del mundo. He estado trabajando como consejera y ahora, con 61 años, he logrado un contrato fijo" en unos grandes almacenes. La emoción está presente en cada una de sus palabras y se deshace en halagos hacia la propia Ana Bella. "Es la persona más maravillosa que he conocido. Lo da todo a cambio de nada", por eso siente que tiene el compromiso de contar una y otra vez su experiencia. "Todo lo que hago lo hago para que alguien tome ejemplo y denuncie", asegura.
"Para esto no hay edad, si te mueves, puedes hacerlo. No hay que quedarse en casa. Hay que trabajar o hacer algo. Hay que denunciar y seguir adelante, porque se sale, por uno u otro camino, pero se sale. Así que a luchar y a vivir». Rosalía no puede ocultar su felicidad estos días. Risueña, confiesa que se ha comprado un vestido "muy bonito" para ir a la televisión y, lo mejor, que está muy ocupada preparando la mudanza para dejar el piso de alquiler. Vuelve a su casa. Ya no sentirá miedo al abrir la puerta.

[foto de la noticia]
 
 
 
FUENTE:http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/24/espana/1353774848.html

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