Imaginar la escena hiela la sangre. Sucede en el este del Congo. Una chica, de unos veinte años, permanece atada de pies y manos a un árbol, en el medio de la selva. Un grupo de hombres armados había irrumpido en su aldea, la había secuestrado y obligado a recorrer varios kilómetros cargando sus cosas en la espalda. Y ahora estaba allí, en el campamento de los rebeldes. Atada y desnuda para que cada uno de esos hombres pudiera violarla a su antojo, las veces que quisiera. Caddy Adzuba escuchó ese relato hace unos veinte días y lo recuerda ante ABC. Es más, guarda la voz de aquella mujer que se animó a contar su historia en la grabadora que lleva consigo en su paso por Madrid. Pero no es la única. Caddy ha escuchado cientos de estas historias y las denuncia en Radio Okapi, la emisora de la misión de las Naciones Unidas en el Congo.
«Hay grupos armados como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) que atacan a las poblaciones civiles. Quieren controlar las zonas mineras a través de la táctica del terror. Secuestran a las mujeres y las violan. Son perpetradores del genocidio de Ruanda en 1994 y actúan como una guerrilla», cuenta Adzuba. En un enfrentamiento entre las FDLR y el ejército congoleño, aquella chica logró escapar y más tarde pudo contar su historia. Era la tercera vez que la secuestraban.
A través de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este del Congo, Adzuba ha realizado distintas alegaciones a la Corte Penal Internacional y al Senado de los Estados Unidos, denunciando la violencia sexual que sufren las mujeres del Congo, un país que vive en guerra desde 1996 y en el que se cifra una media de cuarenta violaciones diarias a mujeres desde el inicio del conflicto.
Por sus denuncias, ha recibido varias amenazas de muerte. Pero ella, dice, es una «periodista como cualquier otra». «Las amenazas forman parte de nuestra vida cotidiana. En el Congo no se puede salir a la calle después de las 18. No somos ni heroínas ni temerarias. Tenemos ganas de vivir», asegura.
Para ella, la difusión del problema en los medios de comunicación y despertar la preocupación internacional por el tema pueden ser el principio de solución para acabar con la violencia sexual en el Congo. Invitada por la Fundación Mainel y la Comunidad de Madrid, viajó a España para dar a conocer este flagelo. Según dice, a partir del trabajo de sensibilización entre la sociedad congoloña, las mujeres se animan a denunciar más. «Antes les hacían creer que la violencia sexual era lo normal, ahora saben que la violencia sexual en el Congo es un arma de guerra», asegura Caddy.
«Castigar a los malos»
Caddy tenía 15 años cuando en 1996 estalló la primera guerra del Congo. Tuvo que dejar su casa y caminar unos 300 kilómetros. En el camino se perdió de su familia, vio «atrocidades y a mucha gente morir». Vivió en la selva, comió sólo frutas y llegó hasta un campo de desplazados. Recién después de un año, a través de la Cruz Roja, pudo reencontrarse con su familia. «Fue ahí cuando decidí denunciar todo lo había visto por el camino. Después del colegio quise estudiar Derecho para castigar a los malos. Y además empecé a trabajar como periodista», dice.
Por su trabajo, ha recibido varios reconocimientos como el premio internacional de periodismo «Julio Anguita Parrado» de la Federación de Sindicatos de Periodistas, el reconocimiento de la asociación de mujeres periodistas «El Club de las 25» o el Premio Internacional Libertad de Prensa 2010, otorgado por la Cátedra Unesco de Comunicación de la Universidad de Málaga.
FUENTE:http://www.abc.es/sociedad/20130514/abci-periodista-congo-abusos-mujeres-201305131957.html
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