En el año 2009 el Área de Igualdad de Oportunidades con la colaboración del Archivo Municipal –en realidad, todos los libros expuestos pertenecían a los fondos de la Biblioteca Auxiliar del referido Archivo–, realizó una exposición titulada: «Letra y Duelo. Imprenta de viudas en Málaga. Siglos XVII-XIX», con libros impresos por estas viudas.
En resumen, la exposición trataba el caso de mujeres, las cuales podían asumir la dirección de una imprenta, sólo cuando fuesen viudas de impresores. En este caso, sí podían ser titulares o juntos a sus hijos -durante la minoría de edad de éstos-, de talleres de imprenta; si bien por tiempo limitado. Sin embargo, era público y notorio que, en muchas ocasiones, muchas de ellas aportaron su dote y costearon la instalación y producción de imprentas. Otro ejemplo, era las que regentaban los talleres, al quedarse viudas, mientras sus hijos alcanzaban la mayoría de edad.
En otros casos, para poder seguir con la imprenta, efectuaban un matrimonio con algún encargado o con el propietario de otra imprenta. Estos matrimonios de conveniencia eran el precio que debían de pagar estas viudas para poder continuar con los talleres de imprentas y tiendas de libros. Pues, para poder mantener abiertas estas imprentas y librerías, el nuevo consorte debía tener la misma profesión que el anterior.
Para ratificar este tema, vemos cómo en las Actas Capitulares del 21 de junio de 1790, aparecen insertas dos Reales Cédulas, una fechada el 20 de septiembre de 1784, la cual era una medida que favorecía a la mujer, pues las habilitaba para que pudiesen dedicarse libremente a todas las manufacturas y fábricas, si bien, eso sí, «adaptadas al decoro y fuerzas de su sexo»; pero es en la siguiente Real Cédula de 11 de enero de 1790, cuando se da un paso más derogando cualquier ordenanza del gremio, arte u oficio que prohibiera el ejercicio y conservación de las tiendas y talleres a viudas que contrajeran matrimonio, con la condición de que el segundo marido tuviera el mismo oficio que el primero.
Al volver a tratar esta materia, intentaremos, en esta ocasión, aportar nuevos documentos que aclaren aún más esta curiosa historia de mujeres; y como antecedentes de la impresión de libros, conocemos un documento de la Princesa Reina Gobernadora, Juana de Austria, hermana de Felipe II, la cual durante seis años -1553-1559-, fue Reina Regente de España, mientras aquél permaneció en Inglaterra como esposo de la reina María Tudor, su sobrina.
El documento, es una carta dirigida al conde de Benavente, fechada el 9 de octubre de 1558, recomendándole el mayor cuidado en la introducción en sus estados de libros con doctrinas heréticas y especialmente luteranas. Conocemos otra carta -de la misma fecha que la anterior escrita por Felipe II, desde Valladolid, a su primo Antonio Pimentel, conde de Benavente, insistiendo en el mismo tema: tuviese el mayor cuidado en que no se introdujesen u hubiese «las falsas doctrinas de los herejes, y que no se vendan ni impriman libros a ellos tocantes, de la doctrina de Lucero y otros herejes».
No olvidemos que, precisamente la Princesa, como Reina Gobernadora, el 21 de mayo de 1559, por ausencia de su hermano, presidió el primer auto de fe contra los brotes de luteranismo en Valladolid. El 12 de septiembre del citado año Felipe II hizo su entrada en Valladolid. El 8 de octubre tuvo lugar otro auto de fe, presidido, en esta ocasión, por Felipe y su hermana Juana. Parece ser que, al día siguiente, impresionado por este auto, el monarca abandonó Valladolid, estableciendo primero la corte en Toledo y después en Madrid.
Como un ejemplo de estas mujeres impresoras malagueñas, destacaremos a la más antigua que se conoce: Isabel Rodríguez, viuda de Claudio Bolán. Éste, había instalado la imprenta con la dote de su mujer y, a su muerte en 1604, la nombró su heredera. Por esta causa, la impresión del libro «Historia Eclesiástica de España» de Francisco Padilla, debe atribuírsele a Isabel. Tenemos noticias de que en 1607 le vendió la imprenta a Juan René, el impresor más antiguo de la ciudad; posteriormente autor de la obra: «Ordenanzas de la ciudad de Málaga» en 1611.
Otras impresoras malagueñas fueron: María Gutiérrez, viuda de Mateo López Hidalgo (1698 a 1716); Josefa Ros del Viso, viuda de José López Hidalgo (sólo permaneció dos años. 1773 a 1775); Viuda de Francisco Gil de Montes (1870 a 1884); Viuda e hijos de Juan Giral (1885 a 1904); etc.
Fuente: La Opinión de Málaga
En resumen, la exposición trataba el caso de mujeres, las cuales podían asumir la dirección de una imprenta, sólo cuando fuesen viudas de impresores. En este caso, sí podían ser titulares o juntos a sus hijos -durante la minoría de edad de éstos-, de talleres de imprenta; si bien por tiempo limitado. Sin embargo, era público y notorio que, en muchas ocasiones, muchas de ellas aportaron su dote y costearon la instalación y producción de imprentas. Otro ejemplo, era las que regentaban los talleres, al quedarse viudas, mientras sus hijos alcanzaban la mayoría de edad.
En otros casos, para poder seguir con la imprenta, efectuaban un matrimonio con algún encargado o con el propietario de otra imprenta. Estos matrimonios de conveniencia eran el precio que debían de pagar estas viudas para poder continuar con los talleres de imprentas y tiendas de libros. Pues, para poder mantener abiertas estas imprentas y librerías, el nuevo consorte debía tener la misma profesión que el anterior.
Para ratificar este tema, vemos cómo en las Actas Capitulares del 21 de junio de 1790, aparecen insertas dos Reales Cédulas, una fechada el 20 de septiembre de 1784, la cual era una medida que favorecía a la mujer, pues las habilitaba para que pudiesen dedicarse libremente a todas las manufacturas y fábricas, si bien, eso sí, «adaptadas al decoro y fuerzas de su sexo»; pero es en la siguiente Real Cédula de 11 de enero de 1790, cuando se da un paso más derogando cualquier ordenanza del gremio, arte u oficio que prohibiera el ejercicio y conservación de las tiendas y talleres a viudas que contrajeran matrimonio, con la condición de que el segundo marido tuviera el mismo oficio que el primero.
Al volver a tratar esta materia, intentaremos, en esta ocasión, aportar nuevos documentos que aclaren aún más esta curiosa historia de mujeres; y como antecedentes de la impresión de libros, conocemos un documento de la Princesa Reina Gobernadora, Juana de Austria, hermana de Felipe II, la cual durante seis años -1553-1559-, fue Reina Regente de España, mientras aquél permaneció en Inglaterra como esposo de la reina María Tudor, su sobrina.
El documento, es una carta dirigida al conde de Benavente, fechada el 9 de octubre de 1558, recomendándole el mayor cuidado en la introducción en sus estados de libros con doctrinas heréticas y especialmente luteranas. Conocemos otra carta -de la misma fecha que la anterior escrita por Felipe II, desde Valladolid, a su primo Antonio Pimentel, conde de Benavente, insistiendo en el mismo tema: tuviese el mayor cuidado en que no se introdujesen u hubiese «las falsas doctrinas de los herejes, y que no se vendan ni impriman libros a ellos tocantes, de la doctrina de Lucero y otros herejes».
No olvidemos que, precisamente la Princesa, como Reina Gobernadora, el 21 de mayo de 1559, por ausencia de su hermano, presidió el primer auto de fe contra los brotes de luteranismo en Valladolid. El 12 de septiembre del citado año Felipe II hizo su entrada en Valladolid. El 8 de octubre tuvo lugar otro auto de fe, presidido, en esta ocasión, por Felipe y su hermana Juana. Parece ser que, al día siguiente, impresionado por este auto, el monarca abandonó Valladolid, estableciendo primero la corte en Toledo y después en Madrid.
Como un ejemplo de estas mujeres impresoras malagueñas, destacaremos a la más antigua que se conoce: Isabel Rodríguez, viuda de Claudio Bolán. Éste, había instalado la imprenta con la dote de su mujer y, a su muerte en 1604, la nombró su heredera. Por esta causa, la impresión del libro «Historia Eclesiástica de España» de Francisco Padilla, debe atribuírsele a Isabel. Tenemos noticias de que en 1607 le vendió la imprenta a Juan René, el impresor más antiguo de la ciudad; posteriormente autor de la obra: «Ordenanzas de la ciudad de Málaga» en 1611.
Otras impresoras malagueñas fueron: María Gutiérrez, viuda de Mateo López Hidalgo (1698 a 1716); Josefa Ros del Viso, viuda de José López Hidalgo (sólo permaneció dos años. 1773 a 1775); Viuda de Francisco Gil de Montes (1870 a 1884); Viuda e hijos de Juan Giral (1885 a 1904); etc.
Fuente: La Opinión de Málaga
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