jueves, 29 de mayo de 2014

El vídeo como herramienta de mujer

La historia de Leela Ben, la primera mujer analfabeta en usar el vídeo como herramienta de denuncia social y empoderamiento femenino en su país, India

 

Proyección de vídeos con una furgoneta móvil en la comunidad de Noble Nagar, Ahmedabad (India) / I.S.G.

 

Leela Ben es una mujer pequeña de pelo cano que por el número de arrugas en su cara y la delgadez que disimula su sari de algodón aparenta tener 100 años, cuando en realidad sólo se acerca. Procedente de una familia humilde del este de Ahmedabad (India), a los 17 años, se casó y entró a formar parte de una familia de vendedores ambulantes de fruta y verdura en uno de los mercados más antiguos del casco antiguo de la ciudad, Manek Chowk. Lo que no podía imaginarse, es que al cabo de los años, cuando viera su puesto de trabajo amenazado por la municipalidad por el intento de venta del terreno a constructoras, se convertiría en la primera mujer analfabeta del país en utilizar el vídeo como herramienta de denuncia social y empoderamiento femenino.

Generalmente, asociamos India y mujer a subdesarrollo, desigualdad, discriminación, opresión, violencia, falta de acceso a recursos. Sin embargo, descubrir a un grupo de mujeres autónomas en el noroeste de la India que desde hace décadas utilizan el vídeo para reclamar sus derechos, dar visibilidad a su colectivo y empoderar a mujeres a través de formación y transmisión de conocimientos anima a llegar hasta Ahmedabad para conocer y documentar el impacto del trabajo de estas mujeres autónomas con sari y cámara en mano.

Se trata de la unidad de vídeo de la asociación Self Employed Women’s Association (SEWA). SEWA es una cooperativa creada en 1972 con el objetivo de organizar a mujeres del sector informal para defender sus intereses y ayudarlas a conseguir un lugar digno dentro del sistema económico de su país mediante la visibilidad y registro de su trabajo. Un colectivo de gran importancia en la India, al ser un país donde el 93% de los trabajadores/as forman parte del sector informal y esto implica a más del 94% de la población femenina trabajadora.



Una de las participantes tomando fotos en la sesión práctica del taller de fotografía (Ahmedabad) / I.S.G.


A través de los años, SEWA ha creado una completa estructura de servicios para cubrir las necesidades de sus miembros que van desde microcréditos en un banco dirigido y gestionado por ellas, asistencia sanitaria en un centro de salud propio con una unidad móvil que acude a las comunidades, asesoramiento legal y un amplio abanico de formación profesional. Actualmente cuentan con alrededor de 20.000 mujeres miembros en el Estado de Gujarat y están en constante proceso de expansión por todo el país.

Antes de realizar su primer documental, Leela Ben había participado en un intenso taller de vídeo donde la norteamericana Marta Stuart, fundadora de Communication for Change y promotora de Video Village Network, ambas iniciativas de fomento del vídeo participativo en comunidades locales, había formado a un grupo de veinte mujeres autónomas (semi) analfabetas del mismo colectivo. Sin embargo, nadie esperaba que cuando el documental de Leela Ben, titulado con el nombre del mercado Manek Chowk, se presentó ante los juzgados el juez dictaminaría la concesión de 360 licencias a los vendedores y vendedoras.
“Al principio dije: ¿Cómo puedo yo aprender? Soy analfabeta. No tengo electricidad en mi casa.

Trabajamos con lámparas de barro y este equipo es muy caro. Después aprendí a utilizar la cámara e identificar los equipos. Me convertí en productora de vídeo”, dice Leela Ben con convicción y orgullo después de casi 30 años de fundar Video SEWA.

Desde entonces el grupo ha creado alrededor de 1.000 vídeos documentales y ficciones que han ayudado a mejorar las condiciones laborales y de salud de muchas mujeres autónomas generando cambios de leyes y políticas beneficiosas para las mujeres y sus comunidades. Así mismo, el vídeo se ha convertido en un elemento central en el funcionamiento de SEWA que ahora utilizan todos los departamentos.

Una gran experiencia sobre el efecto de su trabajo durante mi investigación fue acompañarlas a las sesiones de vídeofórums que realizan continuamente en comunidades rurales de todo el estado. En ellas reproducen vídeos didácticos sobre el cuidado de la salud y cuidado de los hijos; vídeos que indican, por ejemplo, cómo construir una cocina sin humo; grabaciones donde se enseña a testificar en los juzgados, así como vídeos informativos sobre los servicios que ofrece SEWA y a los que se pueden acoger como miembros. “La proyección cautiva a las mujeres y les invita a preguntar y discutir. Vemos a hermanas de diferentes regiones aprender unas de otras, así como de los temas que se tratan. Por ejemplo, mostrando un vídeo sobre el banco de SEWA acabamos la sesión con el 95% de mujeres abriendo cuentas en él”, comenta Neelam ben, cofundadora del grupo.

Sesión de reproducción de vídeos en la comunidad de Lambha (Ahmedabad). / I.S.G.


Otra parte de su trabajo es formar a mujeres y niñas en el uso y el poder de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en barrios y poblados rurales a través de talleres de vídeo y fotografía. Así fue como Kamal Ben, con 22 años, llegó a formar parte del grupo después de recibir todos los talleres de esta y otras unidades de SEWA. Ahora, convertida en una de las socias más activas afirma: “A través de este conocimiento he logrado poder, autoestima, autorespeto, seguridad. Seguridad para hablar en público, para luchar por mis derechos, seguridad para salvar a mi padre de ser acusado en los juzgados y he conseguido estar orgullosa de mí misma. He obtenido motivación para vivir de nuevo”.

Su historia, de nuevo, es otro ejemplo de superación personal, en este caso ante las contrariedades generadas por su condición de mujer dentro de su comunidad, que obliga a que las chicas jóvenes contraigan matrimonio a una edad temprana. La casaron a los 18 años pero al descubrir al poco tiempo la relación paralela que su marido mantenía volvió a su hogar con el apoyo de sus padres pero obteniendo por ello un gran rechazo de toda su comunidad, lo que la obligó a mudarse a otra zona generando muchos problemas económicos y legales para su familia.

El proceso de formación y la toma de responsabilidades que fue asumiendo Kamal Ben en SEWA no sólo cambió su propia percepción frente a su vida y su futuro, sino que también produjo un cambio en la comunidad que la había juzgado y rechazado y que ahora reconoce su valía después de haber trabajado con las mujeres de su comunidad como miembro de Video SEWA.

Fuente: El País


 

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