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Participantes en el proyecto sobre violencia de género |
Diez andaluces de entre 20 y 29 años han participado en el proyecto europeo ‘Jóvenes contra la Violencia de Género’, destinado a formar a estudiantes para dotarlos de los instrumentos necesarios para tomar conciencia y combatir esta lacra social. Conceptos como las masculinidades positivas o la diferencia entre machismo y el antagónico y desconocido hembrismo son algunos de los puntos del programa formativo que han permitido a los jóvenes tomar conciencia sobre una realidad que puede resultarles, aun sin ser en muchas ocasiones conscientes de ella, muy cercana. “Muchos de ellos no conocen realmente todo lo que pasa y solo tratan el tema a través de lo que ven en los medios o de la publicidad”, destaca Dani Méndez, uno de los educadores de este programa.
El proyecto, financiado por la Comisión Europea, se ha desarrollado específicamente en Rumanía, Italia y España, aunque sin perder de vista las pavorosas cifras de la violencia de género en todo el continente, donde, según datos de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, más de nueve millones de mujeres europeas han sido víctimas de una violación, un 33% han sufrido violencia física o sexual y sólo una de cada tres denuncia las agresiones.
El proyecto Jóvenes contra la Violencia de Género finalizará en 2016 y preparará a un total de 168 jóvenes formadores en Europa y a más de 3.000 estudiantes de Secundaria. La enseñanza parte de un concepto clave y es el de ‘igual a igual’, donde el profesor es un joven formado en la materia que se acerca a otro joven al que le cuenta su experiencia y su visión de lo aprendido. El objetivo es la elaboración de un método único de enseñanza con la formación de diez jóvenes por país. Éstos a su vez ejercerán su labor educativa para la prevención de la violencia de género a partir del análisis crítico de los estereotipos, de la imagen tradicional de lo que conocemos como masculino y femenino.
“Si no empiezas por el primer escalón, nunca podremos erradicar el auténtico problema que supone la violencia de género en nuestro país y en toda Europa”, señala Méndez. A sus 25 años, este joven onubense comenzó a participar en estos talleres por su amplio conocimiento en idiomas, un requisito que resultaba imprescindible para la comunicación con el resto de formadores. “Debemos entender que el machismo ha cambiado su rol y evoluciona en otras ramas”. De su experiencia recuerda cómo algunas de sus alumnas, de entre 16 y 18 años, le “contaban que sus novios les registraban el wassap, a otras les prohibían llevar escote o ponerse falda. Cuando ves eso, te das cuenta que hay una necesidad de educar en nuevos valores que no permitan esa violencia de control a esas edades”.
Las sesiones realizadas han sido de aproximadamente cinco horas por instituto, con un alcance de doce centros de secundaria en Andalucía. Nazaret Pizarro, otra de las formadoras del proyecto en Andalucía, señala que en una de las actividades previstas preguntaron a los chicos cómo sería su noche perfecta. “Teníamos que desmontar el mito del amor romántico”. Nazaret, licenciada en Psicopedagogía leía los papeles asombrada al ver que todos en su relato bebían champán y terminaban en la habitación de hotel con la chica. “El sueño del amor romántico entendido como dependencia, como un sueño inalcanzable es otro escalón que hay abandonar”, a la hora de eliminar los mitos tradicionales e ideas preconcebidas.
Otro de los temas fundamentales en el programa es la construcción de la identidad de género: cómo nos construimos en mujeres y hombres, qué significa para nosotros ser mujeres, y ser hombres desde esferas independientes. Méndez subraya que esta enseñanza pionera ha despertado algún recelo por parte de algunos padres en los institutos, ya que incluso “una alumna no pudo terminar la formación porque los padres decían que éramos demasiado avanzados”.
Al otro lado del mapa, el testimonio de Dimu en Bucarest, no deja indiferente a los asistentes del Primer Seminario de Masculinidades Positivas, celebrado en Sevilla y donde se han recogido los resultados de la formación de todos los grupos juveniles. La experiencia rumana equidista en algunos puntos con la formación en España. Dimu es un joven rumano que ha participado como formador en este programa y destaca como en Rumanía queda mucho por hacer. “Muchas chicas en Rumanía tienen tan asumido ese rol de mujer servicial y sumisa y tardaremos mucho en poder llegar a ellas”. Su método no ha sido tan directo, al tratarse de una sociedad más tradicional. “Hay que empezar por abrir la mente, entender qué labor tienen como mujeres y como hombres, estableciendo más tarde los conceptos de igualdad”.
El proyecto también contempla otras actividades destacadas, como la definición, por parte de los participantes, al término del mismo de tres propuestas que serán estudiadas para ser incorporadas a las políticas y los programas públicos contra la violencia de género en la Unión Europea.
Fuente: ANDALUCES DIARIO
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