La ley impide que haya una liga profesional femenina
al existir ya una masculina.
Los clubes son los que deciden si pagan o no a las
jugadoras.
Salir de viaje a las tres de la madrugada. Recorrer 600 kilómetros en
autobús para disputar un partido en Huelva. Jugar los 90 minutos en el campo.
Luego volver a Madrid. En un mismo día. Una verdadera paliza. Pero no solo es
un sacrificio físico, sino también económico. Se las tienen que apañar sin
cobrar un solo céntimo. Son las condiciones que impuso el Rayo Vallecano a sus 21 jugadoras debido a recortes del
presupuesto. Su situación es similar a la de la mayoría de futbolistas
españolas: entrenan, juegan y se entregan como profesionales, pero ante la ley
son solo aficionadas.
Hoy solo hay 47 futbolistas reconocidas como profesionales en España, un
título que para fines prácticos no cambia en nada su situación. En su ficha
dice PRF (Profesional Femenino), pero es solo un nombre simbólico. El artículo 24
del reglamento que desde 1991 regula las federaciones
deportivas dice: "No podrá existir más que una liga profesional por cada
modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal". Al haber una liga
masculina de fútbol profesional, se anula la posibilidad de que exista una
femenina.
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Una jugadora del Rayo Vallecano durante un entrenamiento. |
En la temporada 2012-2013, la Real Federación Española de Fútbol(RFEF) tenía registradas 28.154 licencias para mujeres, entre profesionales,
aficionadas, juveniles, cadetes, infantiles y otras. Entonces solo 25 tenían
PRF en su tarjeta deportiva y 22 de ellas pertenecían a la Real Sociedad. La última temporada se sumó otro equipo, el Athletic de Bilbao. Son una minoría si se compara con las más
de 2.000 licencias profesionales que la federación otorgó a los hombres en el
mismo período.
Alicia Gómez, de 27 años, es la portera y capitana del Rayo Vallecano. Fue
la primera en denunciar la situación que enfrenta el equipo, después de que los
directivos del club anunciaran un recorte al ya "pequeño
presupuesto". "Si reducen los fondos quiere decir que todas las
jugadoras y todo el cuerpo técnico cobrarán cero euros por realizar su
trabajo", resalta.
No son las únicas que afrontan estos problemas. Pero sí que lo dicen
abiertamente. El resto prefiere fijarse en los aspectos positivos de su equipo.
"No tenemos nada de qué quejarnos. En el Atlético de
Madridnos tratan bien. Hay clubes que no valoran tanto a sus
futbolistas", afirma la delantera Amanda Sampedro, de 21 años. Ella, sin
embargo, no puede vivir del fútbol. Tiene un segundo trabajo —es entrenadora
del equipo benjamín de los rojiblancos— para llegar a fin de mes.
El sueldo medio de una futbolista profesional ronda los 1.000 euros, pero
depende de varios factores: quién es la jugadora, si es internacional y sobre
todo de la valoración que su equipo le dé.
El despacho de María José López está en un quinto piso, en el centro de
Madrid. Es abogada experta en derecho deportivo y secretaria general de la Asociación Española de Jugadoras de
Fútbol. La letrada no entiende por qué las autoridades no modifican
la norma. Defiende que el deporte se basa en valores como la igualdad y la no
discriminación. "Todos los ciudadanos valemos igual y tenemos los mismos
derechos", asegura.
Algunas jugadoras confunden los acuerdos con contratos laborales. No saben
qué tipo de licencia tienen o qué pasará con ellas si se quedan embarazadas o
se lesionan de gravedad. Lo que sí tienen claro es que muchas no cotizan a la
seguridad social, no tienen derecho al paro y que vivir del fútbol es casi imposible.
"Una jugadora que tiene que dejar el fútbol con 30 años y que no ha
trabajado en nada más, saldrá al mundo con las manos vacías, sin cotización y
sin derechos", añade la abogada.
En 2009 la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol pidió al Gobierno una
licencia profesional que hasta entonces no existía para las mujeres. El fin era
otorgarles a las futbolistas las mismas garantías que tienen los hombres y
presionar a los clubes a firmar contratos laborales con ellas. Esperaban que
ese fuera el primer paso para modificar la norma de 1991 y crear una liga
femenina profesional. Pero no fue así. Lo admite López, la principal impulsora
de esta iniciativa. Y sin liga profesional, cada equipo decide si contrata a
sus jugadoras o no.
López sabe de primera mano que los equipos no están obligados a mejorar las
ofertas laborales, ni a firmar convenios colectivos con las futbolistas. Sin
contratos los clubes tampoco responden por rupturas unilaterales, horarios,
vacaciones o suspensión de los acuerdos. La letrada añade que sin patronal no
pueden formar un sindicato para reclamar por los impagos.
Este no es un problema para Iraia Iturregi, jugadora con ficha profesional.
A los 21 años la fichó el Florida State University, en Estados Unidos, donde firmó
su primer contrato profesional. La hoy lateral izquierda del Athletic de Bilbao
tiene 29 años y corre detrás de una pelota desde que tiene memoria. Con más de
100 partidos jugados en el club vasco, Iturregi afirma que es una "enferma
del balón".
Las jugadoras admiten que el deporte rey vive un cambio lento y silencioso
y tarde o temprano la federación terminará aceptando que ellas son
profesionales. Son las ocho y media de la tarde en el Campo 3 de la ciudad
deportiva del Rayo Vallecano. El equipo femenino finaliza su último
entrenamiento antes de salir de vacaciones. Los balones van y vienen. Las
chicas patean con fuerza, la misma con la que luchan para mantener vivo a su
equipo. Ese al que tanto cariño le dieron. Ese que ya no les paga y que la
siguiente temporada podría llegar a desaparecer.
Fuente: EL PAÍS
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