
Los penaltis son como los discos que se compran sin escucharlos. A veces su sinfonía engancha y a veces decepciona. A España le tocó bailar hasta la madrugada después de sufrir ante Grecia hasta el extremo de que Judith Forca empató a cinco segundos del final (10-10). En las penas máximas, alegrías supremas. La selección, en pleno recambio generacional, maduró de golpe y ya está en semifinales cuatro años después y se jugará el pase a la final ante Canadá, que venció inesperadamente a Hungría.
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